Algunos de los hurtos que más proliferan en la provincia de Segovia

La mancha

Se abalanzan para

‘limpiarte’. Un extraño

se acerca y dice a la

víctima que se ha

manchado. Se ofrece

casi sin mediar palabra

a quitarla. En un reciente

caso usaron el pretexto

de la mancha era un

excremento de paloma.

Mientras tanto, le quitan

joyas visibles fáciles

de afanar.

Móviles al descuido

En terrazas. En estos

hurtos confluyen el

exceso de confianza

de la víctima, que se

distrae o deja solos

efectos como el teléfono

móvil en una terraza, y

la observación sutil de los

delincuentes que, en

cuanto perciben la

ausencia de atención,

se lanzan a hurtarlos.

El hurto del cajero

Tapan el teclado.

Mientras se opera en

el cajero automático

tras haber puesto la

contraseña, una persona

se acerca con cualquier

pretexto, pone una hoja

que tapa el teclado y

marca una cantidad de

dinero que extrae y se va.

La víctima se da cuenta

cuando le llega el extracto.

En supermercados

Pequeñas cantidades.

Los amigos de lo ajeno

están pendientes de

cualquier descuido o

distracción y con

habilidad extraen lo

que pueden de la caja

registradora abierta.

Los últimos botines

fueron de 1 euro y

de 1,4 euros. También

puede llevarse las

vueltas que se dejan

mientras se guardan

los productos en las

bolsas.

INFOGRAFÍA FRAN GONZÁLEZ

Algunos de los hurtos que más

proliferan en la provincia de Segovia

La mancha.

Se abalanzan para ‘limpiarte’.

Un extraño se acerca y dice a la víctima que se ha

manchado. Se ofrece casi sin mediar palabra

a quitarla. En un reciente caso usaron el pretexto

de la mancha era un excremento de paloma.

Mientras tanto, le quitan joyas visibles fáciles

de afanar.

Móviles al descuido

En terrazas.

En estos hurtos confluyen el exceso de confianza

de la víctima, que se distrae o deja solos

efectos como el teléfono móvil en una terraza, y

la observación sutil de los delincuentes que, en

cuanto perciben la ausencia de atención,

se lanzan a hurtarlos.

El hurto del cajero

Tapan el teclado.

Mientras se opera en el cajero automático

tras haber puesto la contraseña, una persona

se acerca con cualquier pretexto, pone una hoja

que tapa el teclado y marca una cantidad de

dinero que extrae y se va. La víctima se da cuenta

cuando le llega el extracto.

En supermercados

Pequeñas cantidades.

Los amigos de lo ajeno están pendientes de

cualquier descuido o distracción y con habilidad

extraen lo que pueden de la caja registradora

abierta. Los últimos botines fueron de 1 euro y

de 1,4 euros. También puede llevarse las vueltas

que se dejan mientras se guardan los productos

en las bolsas.

INFOGRAFÍA FRAN GONZÁLEZ